A Alejandra le encantan los animales. No en vano, desde pequeña siempre ha tenido mascota. “A menudo digo que he tenido suerte de que a mis padres les encantasen los animales, porque siempre hemos podido disfrutar de la compañía de perros y gatos en nuestra familia”, recuerda una de las protagonistas de nuestra historia. Cuando hace algunos años se independizó, el hecho de vivir sin animales le resultaba raro. Pero esa sensación de vacío en casa se fue pronto, pues una de las mejores amigas de Alejandra le comentó que su gata había tenido gatitos y que estaba buscando un hogar para ellos.

Alejandra no se lo pensó dos veces y se ofreció a adoptar uno de ellos en casa: “Cuando vi las fotos que me envió mi amiga por Whatsapp, me enamoré desde el primer momento. Una de las gatitas, tenía que venirse conmigo”.

Ya en casa, Bruma (así le puso de nombre a la gatita) era toda una revolución. “Recuerdo que al principio estaba algo desubicada, pero en seguida fue cogiendo confianza. ¡Y vaya si la cogió! Era especialista en revolver mis cajones de ropa, jajaja”, comenta divertida Alejandra.

Ahora que ya lleva cuatro años en casa, su relación se ha vuelto muy estrecha. Uno de los momentos favoritos del día es pasar un rato en el sofá, viendo una película, antes de irse a dormir. “Bruma ronronea y se acurruca a mi lado, esperando que empiece nuestro ritual del día”, señala Alejandra. Y añade: “la verdad es que con ella en casa es imposible aburrirse. Aunque es muy independiente, como todos los gatos, cuando quiere siempre busca la manera de llamar mi atención, sobre todo cuando estoy más ocupada, jeje”, afirma.

Cuando vienen sus amigos a casa, la gata siempre está muy tranquila y le encanta la compañía de la gente, y que le hagan mimos y caricias. “Digamos que se deja querer”, señala Alejandra.

Juntas tienen bastantes anécdotas, pero la que más recuerda Alejandra es cuando Bruma le avisó de que algo estaba sucediendo en su casa. “Al llegar a casa empezó a maullar y se quedó en la puerta de la cocina. Pude ver que se estaba saliendo el agua de la lavadora, y que el suelo estaba llenándose de agua”, cuenta. “Gracias a ella, pude reaccionar a tiempo y evitar males mayores, añade”.

Sin duda, la relación entre Alejandra y Bruma va creciendo con el tiempo, de forma que la joven dueña no se imagina su vida sin la de su gatita: “Siempre nos tenemos la una a la otra y la verdad es que cada día que pasa se porta mejor, así que es una suerte tenerla conmigo todos los días”.

Share This